Con todos los servicios básicos funcionando, su propia radioemisora (Creación F.M. Stereo), una creciente industrialización, aumento de la actividad comer- cial y el mejoramiento de la red vial e infraestructura urbana, la han convertido en una ciudad pujante y de mayor crecimiento en la zona. Por supuesto, el progreso ha traído los problemas de contaminación ambiental, el desapego de sus habitantes al entorno natural y a las antiguas costumbres rurales.
El fácil acceso a las capitales provinciales y regional, los medios de comunicación y de información han cambiado notoriamente las formas de vida de sus habitantes.
Atrás quedaron los largos viajes en carretas, que a Concepción duraban una semana, los hornos de barro y de lata para cocer el pan amasado, los hoyos y pozos enladrillados para extraer el agua cotidiana, los vendedores de leña, carbón, avellanas, castañas y piñones, las fiestas religiosas populares como la de La Candelaria, Cruz de Mayo y San Juan, los juegos callejeros del trompo, bolitas y chupe. Con el tiempo quedarán atrás, también, la muerte de chancho, las huertas caseras, los porotos con tallarines, los chirigües, la mistela, el lechero, el pescadero y el repartidor de pan.
El trabajo permanente y asalariado ha creado mayores expectativas en el mejoramiento del bienestar para las familias, generando nuevas costumbres en sus habitantes. Es común ver cómo en períodos de pago los trabajadores y sus familias concurren masivamente a los centros comerciales de las grandes ciudades para adquirir diversos productos, cancelar las tarjetas de créditos, hacer pedidos y ponerse a la moda en vestuario, accesorios y tecnología.
El proceso de influencia rural de las primeras décadas ahora se revierte, los adelantos tecnológicos, la modernización de las fuentes laborales y el acceso permanente y más rápido a formas de vida muy urbanizadas terminarán por conquis- tar definitivamente a sus habitantes. Queda una importante tarea de recopilar todas aquellas costumbres y formas de vida que permitieron vivir por décadas a los antiguos cabrerinos, los que por diversas razones se han diseminado a lo largo y ancho de nuestro país.
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